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Una piraña en el bidé

Él vino en un barco...de nombre extranjero

Desde siempre he sentido una extraña fascinación por el mar, no el rollito playero de toalla, sombrilla y pelotita Nivea, que la verdad es que me toca un poco la moral. El mar de verdad, el MAR con mayúsculas, el de los pescadores, el de los marineros y antaño piratas, bucaneros y corsarios. El mar que hay que mirar con respeto, por que en uno de sus envites manda a freír espárragos barco y tripulación, ese mar.
Me gustan los barcos, no los yates, ni las motoras... los barcos, los de vela...e incluso los de pesca...
Hablando de pesca recuerdo hace poco ese bar de pescadores, en Cambados (Pontevedra) con el amigo Jose Fiel (que siempre ha hecho gala a su apellido), comiendo unos camarones con una botella de Albariño y rodeados de gente que olía a mar, gente dura, curtida, que acababan de terminar su jornada y que miraba con admiración y respeto. Me sentía a gusto, cómodo... acordarme de aquello me ha traído a la cabeza uno de nuestros viajes, precisamente donde nos conocimos, México, uno de los monitores del hotel me enseño a manejar un catamarán y salimos a navegar por el Caribe y creo que ha sido una de las experiencias más gratificantes que he tenido...la sensación de libertad y de sentirte vivo y bien fue espectacular, muy intensa...espero poder repetirlo algún día...y sentirme de nuevo como en la canción de Serrat "Soy cantor, soy embustero, me gusta el juego y el vino, tengo alma de marinero..."

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