Crónica veraniega: La señora de los CDs
Nos pilló en uno de esos días que hicimos escala en Madrid durante las vacaciones. Acabábamos de llegar de Vigo (donde estuvimos tras la visita a Cambados, viendo a otros amigos) y teníamos cita con el ginecólogo. Tras acabar del médico, volvimos dando un paseo y a Rebeca le entro hambre (ahora le ocurre a menudo) y decidimos parar a tomar algo en un bar. Cuando ya llevábamos allí un rato, degustando unas sabrosas tapas se acercó a nosotros. Tendría entre sesenta y muchos y setenta y tantos años, el pelo blanco recogido en un moño y unas gafas menudas que se sujetaba al cuello por una cadenilla. Así a bote pronto me recordó un poco a la señorita Rottenmeier de Heidi, aunque de rostro más amable. Se acercó a nosotros y haciendo gala de una exquisita educación dijo: "Perdonen que les interrumpa... ¿les apetecería disfrutar de un poco de música?" y diciendo esto nos tendió una pila de CDs. Los CDs no eran piratas, eran originales y todos de música clásica. Tenía bastantes y en la puerta, un carrito de la compra, aseguraba más material. "No muchas gracias" -dijimos."Gracias y perdonen la molestia" -se despidió igual de educadamente. Se los ofreció a todos los que estaban en el bar, charló un momento con el dueño (debía pasar a menudo por allí), cogió su carrito y se fue.
Nos quedamos un poco alucinados. Estábamos acostumbrados a los orientales, pero nunca a que una venerable anciana nos ofreciera música. Me quede con las ganas de haberla cogido algo...
Nos quedamos un poco alucinados. Estábamos acostumbrados a los orientales, pero nunca a que una venerable anciana nos ofreciera música. Me quede con las ganas de haberla cogido algo...
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